EL AMADO ARCANGEL MIGUEL:

YO SOY MIGUEL

El Puente, febrero 1958 

Yo soy Miguel - el Protector y Defensor Divino de la Luz Espiritual entro de los corazones de la humanidad. Mediante la amabilidad del Sol de este Sistema, Me ha sido dada la oportunidad de servir como el Príncipe de las Huestes Angélicas y, con respecto a los Arcángeles y Huestes Angélicas Quienes sirven con Ellos, éste es exactamente el mismo cargo como el sostenido por el Señor Maha Chohan con respecto los Chohanes de los Rayos.

¡Ahora bien, como el Protector y Defensor de la Fe del hombre en Dios y como el sostenedor de ese mismo espíritu de la Fe dentro de la Inmortal Llama Triple dentro del corazón de cada ser humano he ganado una reputación de ser un Ángel como más bien fiero y guerrero! 

Me gustaría repetir algunas de Mis palabras de hace un corto tiempo cuando dije: "Mi servicio es restaurar al Cielo cada corriente de vida que. a través del uso auto-consciente de la energía pura de Dios, se haya removido él mismo de un estado de gracia y armonía Divina." Algunas de las leyendas que han surgido a través de las centurias acerca de Mi servicio a la vida tienen cierta base de Verdad.

Repito: Soy el Protector Divino de la Fe en Dios de la gente de la Tierra y es al menos parte de Mi tarea preparar, para la entrada a aquellos Reinos donde moran únicamente la armonía y la paz, la conciencia que, de su propio libre albedrío. no haya escogido generar y sostener la armonía que les permita la entrada a los Reinos Divinos. ¿Comprenden? Junto con los demás Miembros del Reino Angélico y de la Hueste Ascendida, es Mi esfuerzo entrenar corrientes de vida que hayan perdido el control consciente de sus centros de pensamiento y sentimiento, hasta un punto donde ellos de nuevo estén con el Control Divino de esos centros. 

También es la actividad de los Ángeles Protec­tores y Defensores mantener dentro del ámbito de la atmósfera de la Tierra cualquier radiación que no sea calificada con el Amor y Paz Divina que llena el espacio interestelar.

Revista La Palabra, LAINEC, Setiembre 1992 Pág.5 -extracto-