viernes, 29 de abril de 2016

LA AMADA SEÑORA NADA: 

SON TUS RAÍCES LO QUE IMPORTA! 

15 de Agosto de 1954
       Cuando la Amada Caridad Me estuvo ayudando con Mi aplicación personal, Ella vio dentro de Mi corazón de la niñez cierto sentido de frustración de ser "la chica que se queda sin pareja en el baile" entre tantas hermanas brillantes y hermosas. Ella Me dijo algo un día que fue muy confortante y eso permane­ció conmigo toda Mi vida. Ella dijo "Ahora, niña, SON TUS RAICES LO QUE IMPORTA. ¡Cuando esas raíces estén ancladas profundas en el conocimiento de Dios y en el amor por Dios; cuando en los lugares secretos, silentes de tu propia alma esas raíces se desarrollen con fe, pureza y amor de Dios; LA FLOR DEL TRABAJO Y EL PERFUME DEL SER SERÁN SOLO UN EFECTO! Tu no necesitas tener que preocuparte más acerca de ellas que lo que la planta creciendo tiene que preocuparse con el capullo natural abriéndose. Las energías de esa planta están comprome­tidas conectándose con la Tierra y los elementos que le dan su nutrimento, y a su debido tiempo aparece la flor como un resul­tado natural".
Desde ese entonces ya no busqué más las obras manifies­tas en ellas mismas. Busqué echar raíces profundas, profundas en el amor de Dios; en esa Gran Entrega para Su propósito; en la realidad de que "uno con Dios es una mayoría". Encarné como mejor pude la misma Verdad que Jesús manifestó de nuevo en "Busquen primero el Reino del Cielo... y todas las demás cosas les será dada por añadidura". Fue así en Mi experiencia.

Hoy ustedes, también, están plantando sus raíces profun­das dentro de la Llama de sus corazones de donde viene el ali­mento, el propio latido de su cuerpo; de donde viene la curación para su carne; de donde viene el suministro sobre su mesa y los propios techos encima de sus cabezas. Así como sus raíces se anclen en Dios, sin estar buscando alimento espiritual externo, así su flor se manifestará para todos los hombres. Aquello que un hombre hace en secreto se manifiesta para el mundo alrede­dor de él, para que todo el que pase pueda leer.

Revista La Palabra, LAINEC, Suplemento 1994 Pág.12 -extracto-

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