AMADO SERAPIS BEY:
RE-ESTABLECER EL REINO DEL CIELO SOBRE LA TIERRA
El Puente, octubre 1957
El planeta Tierra, al igual que todos los
individuos que lo han usado como un campo de experimentación, tiene un Plan
Divino. Nosotros Quienes trabajamos en el Cuarto Rayo Nos dedicamos a ayudar a
aquellos individuos que desean conocer y expresar su Plan Divino en el proceso
de la redención personal. Sin embargo, si el motivo de tal ser es sólo la
redención personal por razón de su propia liberación de la aflicción y
limitación, él no avanzará tan rápidamente como el individuo que está deseoso
de ayudar a recrear el Plan Divino para el planeta entero.
Todos
Nosotros estamos sirviendo hacia la estimulación del deseo en las almas de los
hombres para re-establecer el Reino del Cielo (Armonía) sobre la Tierra. Para
hacer esto, el hombre debe ser muy honesto consigo mismo. Con la Introspección
y retrospección, él puede aprender mucho en cuanto a su contribución actual a
la armonía de la Tierra y Sus habitantes. Cuando él desea asistencia adicional,
Nosotros voluntariamente obligamos 'forzando a la superficie' de su mente consciente,
las impurezas acumuladas allí a través de las eras, para que él pueda verlas
tan impersonalmente como sea posible y luego, trate de transmutar esas creaciones discordantes y de poner su propia
casa (mundo) en orden.
Sin embargo, muchos individuos rechazan aceptar
la responsabilidad por o la seguridad de la exteriorización de sus propias
auras, prefiriendo (al igual que el avestruz con su cabeza en la arena) culpar
a personas, lugares, condiciones y cosas, en vez de
ellos mismos, por lo suyo propio además por el caos y confusión mundial. Los pocos que están dispuestos a
enfrentar al 'Morador en el Umbral' (la creación humana del ser externo) y a
usar las actividades purificadoras de la Llama Violeta (y otras actividades del
Fuego Sagrado) para re-crear paz y armonía a través de las energías de sus
propios pensamientos, sentimientos, palabras habladas y acciones, se les da
toda asistencia posible en esta tarea por Nuestra Hermandad. A ellos venimos,
por Invitación y de ese modo, uno por uno, tales individuos ascienden fuera de
sus creaciones aflictivas y dejan la Música de su propia redención y liberación
como su herencia para la raza.
Las condiciones mundiales, si aún las condiciones
planetarias, dependen de la aceptación del individuo de su propia contribución
a la discordia general y de su disposición a 'hacer las cosas bien*. ¿Hay entre
ustedes tales individuos? ¡Si es así, bienvenidos!
Revista La Palabra, LAINEC, Diciembre 1994 Pág.17
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