EL BALANCE Y AJUSTE DE LOS CUERPOS INFERIORES

POR EL AMADO EL MORYA 

El Puente, noviembre 1959

         Para ser feliz y victorioso en su servicio a la Vida, ustedes cada uno necesita tanto la Pureza de la Luz como la Fuerza de la Luz. Toda depresión, toda carencia y limitación debe irse cuando se tiene suficiente fuerza y pureza de la Luz.

         Algunos de ustedes pueden haber tenido Mi Fuerza en el esfuerzo físico, pero posiblemente careció de Pureza. Algunos pueden haber tenido tanto la Fuerza como la Pureza, pero en resistencia carecieron de estas cualidades. Toda carencia marcó un grado de Mi Fuerza y Pureza balanceada en el mundo emocional y mental.

         Si tuvieran estas dos cualidades Maestras Ascendidas en estos dos cuerpos no habría carencia de Paz y Armonía Perfecta en sus sentimientos todo el tiempo.

         Si tuvieran la suficiente Fuerza y Pureza en su mundo mental – ninguna palabra o pensamiento de nada sino del Amor de su Presencia podría ser liberado por ustedes hacia otro Hijo de la Vida en cualquier parte.

         Mediten bien esto, Mis queridos seres. Estamos conscientes de su más leve esfuerzo, y algunas veces en la lucha de su mundo sentimos el anhelo de su Presencia por nuestra ayuda que no puede ser dada excepto a su llamada. En esto verán la Sabiduría del Amor de la Vida, porque EN SU LLAMADA ESTÁ LA RENUNCIA O EL SOLTAR – LA ENTREGA, Y LA LUCHA NO ES MÁS.

         Queridos y benditos seres sepan que el camino adelante yace en los valles fértiles, florecidos de Nuestra Paz y Amor cuando, en todo lo que hagan, deseen servir a la Vida dentro de sus propios Corazones Puros. En este servicio alegre del externo a su Ser Interno está la maestría completa, porque recuerden las palabras de aquél Quien dijo:  “El más grande de éstos es el que sirve.”

         Permitirán que Mi Fuerza y Pureza Cósmica de la Luz de Dios que nunca falla les asista hacia mayores alturas y gloria de su propio Ser Divino?

“YO SOY”, con Amor y Gratitud a su corriente de vida,

El Morya

Fuente: - Revista La Palabra, INEC, Enero 1998 Pág.18